Tienen
mucho en común. Los dos esparcen una imagen de adolescente ingenuidad y perfume
de barrio impregnado en la piel. Los dos crecieron sobre un ring, escuchando
hablar de las lejanas hazañas de Carlos Monzón y viviendo de cerca los triunfos
de Omar Narváez y de Maravilla Martínez. Los dos poseen un talento especial con
sus puños y sueñan con una nube de fama burbujeante en los próximos Juegos
Olímpicos?
Tienen mucho en común, pero en
especial un detalle: tanto Alberto Melián como Yamil Peralta son hijos de este
descuidado padre llamado boxeo argentino. El mismo que los crió lleno de
carencias, pero que ahora revitaliza en ellos las esperanzas de recuperar en
Londres 2012 las medallas que hace 16 años son esquivas.
"Tenemos mucho optimismo
de que podemos hacer historia. Sabemos que no será nada fácil, pero si no
pensamos en ganar una medalla, ¿para qué vamos? Lo importante es estar bien de
la cabeza", dice sin inhibiciones dialécticas Alberto Melián. El cordobés
de 22 años, radicado en el barrio porteño de La Paternal y al que muchos llaman
"el Impacto" por la justeza de su pegada, tendrá la responsabilidad
de representar al boxeo nacional en la categoría pluma (hasta 56 kg), donde se
obtuvieron 4 medallas.
"Desde que logré la
clasificación en el Preolímpico de Río de Janeiro no paro de pensar en la
posibilidad de ganar una medalla. Con Alberto nos tenemos mucha fe de que
podemos llevar al boxeo argentino nuevamente al podio", apunta Yamil
Peralta, mientras en su rostro le florece un sonrisa. El grandote bonaerense,
nacido San Miguel, que competirá en la categoría pesado (más de 91 kg), vive su
presente con nerviosismo, pero muy enchufado en el sueño que acuña: "Estoy
muy ansioso, pero confiado en mis condiciones. Les voy arrancar la cabeza a
todos", enfatiza.
Ellos tienen sueños y
motivaciones. Saben que el boxeo amateur argentino ha dado grandes
satisfacciones en la máxima cita del deporte mundial (24 medallas, siete de
oro, siete de plata y diez de bronce), pero que desde Atlanta ?96, cuando Pablo
Chacón compartió el bronce con Floyd Mayweather Junior, no se obtiene ninguna
otra presea. "Somos conscientes de que nuestros pugilistas no están al
nivel de los rusos, yanquis o cubanos, pero las diferencias hoy se han achicado
mucho, son mínimas. Tanto Alberto como Yamil son dos boxeadores con un corazón
inmenso y muchas condiciones. Si les toca un buen sorteo, pueden ganar medallas",
apunta con optimismo el entrenador del equipo argentino, el cubano Sarvelio
Fuentes.
Alberto Melián y Yamil Peralta
exhíben la cara típica de boxeador. Tallada a hachazos. Frente angosta,
mandíbulas firmes, nariz chata y esos gestos vigilantes en plena guardia. Son
fieles representantes del boxeo amateur criollo con estilos bien diferentes: el
primero es dueño de una línea técnica más depurada y fina, apuesta al
contragolpe; el segundo, hace gala de un boxeo frontal y pone todas las fichas
a la fuerte pegada. Sin embargo, cuando se logra romper el hielo de esas
miradas frías y profundas es fácil llegar hasta los pibes de carne y hueso, con
historias personales muy diferentes.
Melián lleva el boxeo en la
sangre, a los 14 años largó el colegio secundario con una única idea: ser
boxeador, al igual que su papá Jorge, un ex campeón argentino y sudamericano a
principio de los noventa. "Mi viejo me dijo: te doy diez peleas para que me
demuestres que el boxeo te gusta de verdad .
Acá estoy, dejé el fútbol y me calcé los guantes", rememora este zurdo
fanático de Argentinos Juniors, que ostenta un récord de 57 peleas, de la
cuales perdió 4 en la Argentina y 8 en el exterior.
Peralta, por su parte, es un
auténtico guapo del ring. Simplemente sale a pegar y pegar. Quizá sea un modo
de reflejar su propia vida. Su tez blanca y una mirada inocente distan del
muchachito pendenciero que se crió en Villa Trujuy y que con sólo 15 años le
pidió a un tío que le presente a Pepe Balbi, ex campeón mundial, porque quería
ser boxeador. "Siempre me gustó pelearme en la calle, ni bien entré en un
gimnasio me dije: Esto es para
mí" , recuerda Yamil.
Dicen los que lo siguen que, potencialmente, es el mejor amateur de estos
tiempos. Por lo pronto, su pinta fachera y pegada de mula ya tiene ofertas de
promotores para convertirse en profesional. "Mi objetivo es Londres.
Quiero recuperar el prestigio del boxeo amateur argentino y después veré".
Hoy comparten muchas cosas.
Acuñan el mismo sueño. Ninguno de los dos aún se ha consagrado. Sin embargo, por
sus conquistas -medalla de plata en el Preolímpico de Río de Janeiro, Melián, y
de bronce en el Preolímpico y Panamericano de Guadalajara, Peralta-, por la
corta edad y por el admirable potencial que hicieron valer en este 2012,
representan la gran ilusión olímpica del boxeo nacional. Sólo les queda subirse
al ring en tierra inglesa.
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